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viernes 4 octubre 2024
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    HomeBeat EditionLas normas han cambiado. Y más que lo van a hacer.

    Las normas han cambiado. Y más que lo van a hacer.

    Cada día aparecen nuevas empresas, nuevas fusiones y productos, nuevos servicios y, sobre todo, nuevas reglas y códigos para manejarse en entornos tan inciertos como este mercado del siglo XXI. La globalización de la fuerza de trabajo obliga a pensar en un nuevo tipo de productividad, y solo con progreso tecnológico no es suficiente, talento, creatividad, resiliencia nuevos conceptos que se suman a la innovación tecnológica para hacernos crecer. La crisis pandémica ocasionada por la covid-19 nos ha llevado a desarrollar en pocos meses lo que esperábamos realizar en varios años, la transición del trabajo presencial al virtual, poniendo de manifiesto que estábamos preparados en la parte técnica…pero la humana ha mostrado carencias que debemos resolver con celeridad.  

    Líderes y managers se han visto en el desafío de mantener cohesionados sus equipos en la distancia, de tener conversaciones poderosas a través de una pantalla, de tirar de empatía para estimular la resiliencia que hiciera frente a la enorme incertidumbre vivida, de entender mejor las necesidades del cliente, etc. Ahora, y va a más, se buscan ingenieros apasionados y con don de gentes, líderes serviciales y empáticos, profesionales con capacidad para cambiar de trabajo cada dos o tres años, que sepan vender sus ideas, aceptar las críticas y experiencias de otros, resilientes ante las dificultades y creativos en la búsqueda de soluciones.  

    Y esto es así tanto para profesionales senior, que crecieron en la meritocracia y que asumieron la idea de que la formación y las habilidades técnicas proporcionarían un seguro para el éxito. Como para los más jóvenes, ilusionados por poner sus talentos al servicio de la empresa y que pronto descubren que no es fácil hacerse un hueco. Lo que se valoró durante décadas, la inteligencia analítica, deja paso a lo que marca la diferencia entre distintos trabajadores, y destaca de entre estos a los profesionales “estrella”, y es la capacidad para gestionarse de manera eficaz y aportar al crecimiento de otros, es la fuerza de los equipos.  

    De hecho, puedes tener la formación académica más excelente y talento de sobra y, no obstante, esto no es garantía suficiente para triunfar. Al menos no a medio y largo plazo. La investigación científica en cientos de empresas con profesionales de distintos sectores y roles evidencia que la relación que existe entre un CI, coeficiente de inteligencia, y el desempeño profesional apenas es de un 25% en el mejor de los casos, en la mayoría es de un 12%. ¿Esto que significa? Pues que el CI deja sin explicar, en el mejor de los casos, el 75% del éxito profesional. Dicho de otro modo: 

    Lo listo que seas no permite predecir si triunfarás o fracasarás. 

    Nuevos retos exigen nuevos talentos. Y esos talentos distinguen al trabajador estrella como un profesional emocionalmente muy competente. Y esto no tiene nada que ver con ser amable o sensible, nada de eso. En ocasiones lo emocionalmente inteligente será mostrar amabilidad, pero en otras ocasiones será mostrar firmeza y determinación en la resolución de conflictos o la toma de decisiones. 

    Si bien hace 25 años de la llegada de la inteligencia emocional y su desarrollo en diferentes contextos, educativos, sanitarios y empresariales, aún no hemos asumido con la responsabilidad necesaria y la visión de presente y futuro su desarrollo. Sin embargo, en cualquier CV que llega a recursos humanos encontramos autodescripciones que reflejan características propias de esta. Y son los propios reclutadores ante CV similares los que buscan estos rasgos. ¿Estás distinguiéndote para que el head-hunter de turno te encuentre? 

    El profesional del s.XXI es emocionalmente inteligente o no es profesional. 

    Solo hay que preguntar a quienes dirigen empresas para conocer la realidad, y es que encuentran porcentajes elevados de su fuerza laboral sin motivación para aprender o adaptarse a los nuevos tiempos, dificultad para trabajar en equipo, o para dar un plus en sus responsabilidades cuando el mercado exige un acelerón.  

    ¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de la inteligencia emocional? Hablamos de competencias universales, propias del ser humano. Competencias que se engloban en cuatro grandes grupos, autoconocimiento, gestión personal, conexión social y gestión de las relaciones. Un conjunto de capacidades personales que facilitan la adaptación, la productividad y la satisfacción personal y grupal a los desafíos del trabajo, que son una posibilidad para cualquiera, pero necesitan estímulo para su crecimiento. 

    Así que deja de esperar que el destino traiga un golpe de suerte, no es cuestión de suerte, ni de formación previa, no es cuestión del rol que se esté desempeñando, hay un factor común a cualquier profesional exitoso y es la manera en que alienta y desarrolla las posibilidades de su cerebro emocional y social. 

    ¿Cómo vamos a manejar la diversidad de los equipos, donde conviven diferentes generaciones, áreas de conocimiento, intereses y experiencias si no desplegamos la capacidad de leer lo emocional, lo instintivo y la manera de gestionarlo? 

    Las emociones descontroladas convierten a las personas más capaces en ineficaces. Sí la fuerza motriz de la experiencia y el conocimiento pone en marcha la solución a los desafíos profesionales, son las habilidades emocionales las que permiten navegar en esos contextos tan impredecibles. 

    Incluso en esta revolución tecnológica y digital que experimentamos, las máquinas y robots pueden ejecutar igual de bien o mejor que las personas tareas puramente cognitivas. Lo que no pueden es percibir el bajo tono emocional de un equipo, ni empatizar con las necesidades del cliente en una situación determinada, ni aprovechar la energía de la frustración, que provoca un mal resultado en las cuentas, para motivar a un cambio al departamento responsable, ni estimular un liderazgo coaching con un colaborador. 

    ¿Quieres un desempeño sobresaliente en tu equipo? ¿Deseas ver compromiso sin fisuras en tu gente? ¿Aspiras a asumir responsabilidades mayores en tu profesión? ¿Pretendes conciliar tu vida personal y familiar? Entonces trabajes donde trabajes invierte esfuerzo, tiempo y recursos en potenciar tus competencias emocionales y descubre cuán lejos puedes llegar. 

    Bruno Moioli | Doctor en psicología, coach y formador 

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