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viernes 4 octubre 2024
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    Mindfulness en el trabajo: Mejorar nuestra calidad de vida sin descuidar nuestra performance laboral, es posible

    ¿Qué es verdaderamente el mindfulness y para qué sirve? ¿Se puede aplicar al ámbito laboral o es una técnica para los espacios de yoga y/o prácticas espirituales? ¿Puede ayudarnos a “bajar un cambio” sin perder el foco y los resultados en el trabajo?  

    En este artículo queremos compartir con los aprendizajes y reflexiones respecto a: ¿Qué funciona?, ¿qué no funciona?, y ¿cómo podemos hacer para capitalizar los beneficios de esta gran herramienta en nuestro ámbito laboral? 

    Empecemos por el principio: ¿Qué es y cómo funciona el mindfulness realmente? 

    Te acordás cuando estabas nervioso y tu abuelita te decía: “Frená. Respirá profundo 5 veces y pensá mejor lo que vas a hacer/decir”. Bueno, nuestra abuelita no estaba tan lejos del mindfulness. 

    El concepto fundamental es simple: El mindfulness (en español “atención plena”) es una práctica de ejercitación mental a través de la cual llevamos nuestra atención voluntariamente a un objeto de soporte, por ejemplo, la respiración, el registro del cuerpo, un sonido, una imagen, etc., con el objetivo de evitar la distracción mental y centrar nuestra atención en el momento presente.  

    ¿Cómo y por qué funciona?  

    Al repetir una y mil veces la instrucción de evitar la distracción mental y volver al “soporte”, lo que estamos haciendo es cortar con el tren de ideas, pensamientos y conversaciones mentales. Esto tiene un efecto positivo a nivel psicológico y otro a nivel neurológico. Por un lado, incrementa nuestro foco, nuestra claridad y sensación de confianza personal: sentimos que gobernamos mejor nuestra mente. Por otro lado, durante la práctica, vamos fortaleciendo las conexiones neuronales encargadas de la atención, generamos mayor vasodilatación, el corazón late más lento y esto va tranquilizando al sistema nervioso, lo cual se experimenta como alivio, relajación y calma. 

    ¿Qué no es mindfulness y qué cosas no funcionan? 

    No es mindfulness querer parar a los pensamientos o poner la mente en blanco, tampoco es una técnica de relajación. Es decir, no es un “spa mental”. 

    Por el contrario, muchas veces, la práctica de sentarnos con nosotros mismos sin hacer otra cosa más que prestarle atención a nuestra respiración puede ser aburrida, incomoda, desafiante y dura. Quienes aún no lo hayan intentado, se lo/a recomiendo, y verán de lo que hablamos. 

    Creemos que el mayor desafío de esta práctica es no comenzar a hacerla con falsas promesas, expectativas o creencias incorrectas sobre su funcionamiento y resultados. Porque, como es de esperar, si comenzamos así, rápidamente nos decepcionaremos y desistiremos de la práctica.  
     

    ¿Cómo obtener el mayor provecho de esta práctica en el plano laboral? 

    Cuando queremos llevar los beneficios del mindfulness al trabajo, lo importante es saber que esta práctica no funciona bajo el formato “Problema – Solución”. No es una “pastilla de mindfulness” que podemos tomar cuando estamos estresados, ansiosos, cansados y desmotivados. Simplemente, no funciona así. 


    El foco, la claridad, la calma mental o el entusiasmo serán los productos derivados de las horas de práctica que hayamos acumulado y, no necesariamente, de una experiencia directa y asilada durante el momento de la práctica. Por eso, la sugerencia es abordar esta práctica como una herramienta cotidiana de nuestro trabajo. Así como tenemos una computadora, un celular, un escritorio y una silla para trabajar, debemos hacer de esta práctica una herramienta más para encarar nuestras tareas laborales.  

    Como seres humanos, solemos transitar nuestra vida buscando encontrar algo que nos de seguridad y que controle la incertidumbre que nos rodea, pero en el camino sufrimos desilusiones, inestabilidades y pérdidas. La práctica del mindfulness es una filosofía de vida que nos permite vivir en plenitud, independientemente de las circunstancias externas o internas que nos rodeen. Nos invita a tomar consciencia de que estamos vivos, y de nuestro presente: de nuestro aquí y ahora. 

    Si nos abrimos a las nuevas experiencias, sin prejuicios y con total aceptación, podemos poner nuestra atención absoluta en cada una de ellas, para así poder disfrutarlas en plenitud. Esta práctica nos invita a poner el foco en todo lo increíble que nos rodea, entendiendo que la vida nos regala constantemente momentos que no vuelven a repetirse. 

    Así como aprendemos un nuevo idioma o un instrumento musical (repetición tras repetición, antes o después nuestro cerebro incorpora aquello que practicamos), del mismo modo con la repetición de la práctica del mindfulness logramos los resultados y los beneficios que buscamos: 

    – Mayor poder de concentración, foco, claridad, atención y calma mental. 

    – Sensación de alivio y tranquilidad. 

    – Reduce el estrés y la ansiedad, mientras que fortalece el sistema inmunológico. 

    – Reduce la reactividad emocional y permite tener mayor control de las emociones. 

    – Refuerza la autoestima y la actitud positiva 

    – Desarrolla la inteligencia emocional 

    El mindfulness nos invita a dejar de querer llegar únicamente a nuestras metas, para más bien disfrutar de todo el camino. Es uno de los pilares para disfrutar de una vida equilibrada, junto con la alimentación saludable y el deporte. Nos ayuda a conectar con nosotros mismos para, así, poder conectar con el mundo. Pero ¿por dónde empezamos para hacer del mindfulness un hábito? En primer lugar, necesitamos tener en cuenta que la paciencia y la práctica son dos herramientas clave para esto. Recordemos, también, que cualquier transformación radical comienza por un cambio mucho más pequeño. Por eso, los invitamos a poner en práctica cualquiera de estas opciones (o, mejor aún, ¡todas ellas!). 

    Algunas formas de introducir la práctica del mindfulness en nuestra vida diaria: 

    – Si vas a comenzar, debes saber que es un proceso a largo plazo. No busques resultados inmediatos. (¡Si aparecen, mejor! Pero no los busques). 

    – Recuerda cuál es el objetivo de la práctica y cuál es tu intención genuina al hacerla. 

    – Frecuencia le gana a intensidad. Es mejor practicar todos los días 3 minutos al día que 1 vez por semana, media hora. Como en cualquier otra práctica, la repetición hace a la maestría.  

    – Aplicar mindfulness a nuestras actividades cotidianas.  

    – Escuchar plenamente a los otros con empatía e interés genuino. 

    – Hacer una pausa para respirar en algún momento del día.  

    A través de estas opciones, los invitamos a abrazar el presente y a empezar a disfrutar más del aquí y ahora. Aplicar diariamente mindfulness a nuestras vidas nos ayuda a lograr metas personales y profesionales, viviéndolas plena y conscientemente durante todo el trayecto hasta alcanzarlas. 

    Fer Niizawa | Global Chief of Public Affairs, Communications & Growth Officer en PDA

    Nicolás Iglesias |  ABCD business

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